La construcción sindical exige la interpretación de necesidades, pero fundamentalmente la comprensión de la realidad, las relaciones de fuerza de los diferentes actores en la actividad, y la necesidad de trabajar. Sin dicha visión general, es probable que existan buenas intenciones, pero que sin una correcta visión de la problemática, puede convertirse en un camino sin salida. El trabajador –de cualquier actividad- dispone de poder, en tanto y en cuanto trabaje. Cuando pierde ese derecho, y engrosa el ‘ejército’ de desocupados, se debilita y debilita al que trabaja.
Desde esa premisa es que surgió la construcción de una nueva propuesta sindical a través de la Agrupación Evita de la Carne, que en 1985 confluye en un acuerdo entre diferentes sectores sindicales integrando una lista de unidad. La misma se impone en el comicio.
En el año 1980 Ramón Daniel Roa ingresó a trabajar en el Frigorífico Frymat (de la ciudad de Santa Fe), en el sector de Novilleros, para pasar posteriormente al sector Mantenimiento. Fue Delegado por 2 períodos en una planta que poseía 500 trabajadores.
Roa, luego de ser uno de los protagonistas de la unidad y del triunfo electoral, accede a la Comisión Directiva, como Secretario Gremial.
La realidad era que el cuerpo de conducción estaba integrado por apenas 10 cargos, que mayoritariamente hegemonizaban 3 frigoríficos (relegando al resto de trabajadores de pequeñas y medianas plantas). A partir de allí, surge el desarrollo de un nuevo proyecto de sindicalismo. En esa oportunidad la Lista Verde y Blanca que triunfa y pasa a conducir el Sindicato era encabezada por Oscar D. Peresutti (del Frigorífico Nelson, como Secretario General), José Lardito (Frigorífico Recreo, como Secretario Adjunto) y Roa (Frigorífico Frymat).
Para ese triunfo habían confluido la Lista Verde y Blanca (fuerte en el Nelson), la Agrupación Evita (del Frymat y plantas menores) y la Lista Blanca (del Nelson).
Fueron tiempos difíciles; no solo por los despidos en el Nelson, que llevaron a Roa a encabezar una huelga y acampe frente a Casa de Gobierno provincial, sino porque aparecían las contradicciones de diferentes proyectos sindicales y políticos. Mientras de un lado se planteaba la necesidad de preservar la fuente laboral, otros tenían como objetivo la conflictividad como fin en sí mismo (situación que generó despidos).
En medio de esa disputa de diferentes proyectos sindicales, resultó un paso adelante el poder ampliar la cantidad de cargos de la CD, para con ello permitir mayor participación y compromiso de los trabajadores. A través de una asamblea se aprueba modificar el Estatuto y con ello se avanza hacia más democracia sindical.
La actividad sufre los vaivenes propios de la desacertada política que aplica el gobierno de Raúl Alfonsín (1983-1989) para con el mercado interno, sin reactivación, sin consumo, con periódicas devaluaciones y continuo estado inflacionario descontrolado.
Esas fluctuaciones en la actividad no tuvieron mejora en el tiempo, con los gobiernos de Carlos Menem, Fernando De la Rúa, sus sucesores y Eduardo Duhalde (1989-2001).
En ese período como en los primeros años del nuevo siglo, la Agrupación mantuvo su coherencia en cuanto a la defensa de los intereses de los trabajadores. En dicho sentido, realizó los acuerdos y alianzas entre diferentes sectores a efectos de poder garantizar el proyecto sindical asentado en pautas concretas: Garantía de la fuente laboral, defensa de los derechos de los trabajadores, mayor participación, responsabilidad en las relaciones con la actividad privada, las autoridades de aplicación y el Estado. Lo cual permitió a la Agrupación, convertirse en el motor de un proyecto abarcativo y democrático que se fue consolidando en cada proceso electoral.
Simultáneamente con ello, desde el Gobierno nacional, con la asunción de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández, se desarrollaron políticas de fortalecimiento del mercado interno, del consumo popular, de la inclusión y de la participación activa del Estado en la actividad. Si bien se pueden realizar críticas a ciertas medidas, lo concreto fue que el mayor consumo popular redituó en una reactivación de la actividad, generándose más puestos laborales, a la vez que el surgimiento de nuevas plantas industriales y de procesamientos.
Ello repercutió en el crecimiento de la cantidad de afiliados al Sindicato y progresivamente la mayor participación de votantes.
Un dato importante ha sido que, más allá del diálogo y la búsqueda del consenso, en las circunstancias que así lo indicaban, la Agrupación lideró protestas, marchas, paros, ocupaciones pacíficas de plantas, cortes de rutas (y de vías ferroviarias), escraches, acampes, huelga de hambre y movilizaciones. La Agrupación no eludió la lucha en defensa de los intereses de los trabajadores, cuando así lo consideró necesario. Estuvo a la cabeza en los momentos críticos, difíciles, sin que ello significara caer en la protesta por el simple hecho de la confrontación o la conducción hacia un camino sin salida (donde los únicos perjudicados, hubieran resultado los propios trabajadores). De poco sirve ser “duro” si ello se paga con despidos.
Transitando los primeros años del nuevo siglo, se asiste a la incorporación de nueva sangre sindical. Con la creación de nuevas herramientas de participación, según las necesidades de un país transformándose, recordando que Juan Domingo Perón supo señalar que “La Liberación de la Patria no es tarea de una sola generación sino de varias, por eso hay que ir haciendo el trasvasamiento generacional”.
La Agrupación no deja de lado las reivindicaciones coyunturales, del ‘día a día’. Pero sus integrantes son conscientes que “Mejor que decir es hacer. Mejor que prometer, es realizar” (Juan D. Perón), por ello sus integrantes participan, se capacitan y están comprometidos en lograr que numerosos trabajadores (que desarrollan actividades carneas) y se encuentran incluidos en otros convenios colectivos de trabajo (que los perjudica en lo económico, sanitario y previsional) se encuadren a la actividad que les corresponde. Un desafío que ya está en marcha.
La Agrupación Evita de la Carne y su herramienta electoral, la Lista Azul, es una realidad indiscutible, desde 1985, con décadas de existencia. Es una construcción concreta, real y efectiva de un tipo de sindicalismo participativo. Constituye la mayor y más importante fuerza en la historia sindical carnea santafesina. El desafío no está solamente en seguir defendiendo los intereses específicos del sector, sino en apoyar y ser protagonistas de un proyecto que tenga centro fundamental que “nadie podrá realizarse en una Nación que no se realice” (Juan D. Perón).
En su discurso del 22-8-1951, el Cabildo Abierto del peronismo en Plaza de Mayo –donde la CGT la propuso como candidata a la vicepresidencia-, Evita dijo:
“Es el pueblo, son las mujeres, los niños, los ancianos, los trabajadores que están presentes porque han tomado el porvenir en sus manos y saben que la justicia y la libertad las impondrá únicamente teniendo al general Perón dirigiendo a la Nación. Ellos saben bien que antes del general Perón vivían en la esclavitud y por sobre todas las cosas habían perdido la esperanza de un futuro mejor.
“Que fue el general Perón quien dignificó social, moral y espiritualmente. Y saben que la oligarquía, que los mediocres, que los vendepatria, todavía no están derrotados. Desde sus guaridas asquerosas atenían contra el pueblo y contra la libertad.
“Por eso, porque yo siempre tuve en el general Perón mi maestro y mi amigo y porque él siempre me dio el ejemplo de su lealtad acrisolada y la fe en los trabajadores, es que todos estos años de mi vida he dedicado las noches y los días a atender a los humildes de la patria sin importarme ni los días ni las noches ni los sacrificios y mientras ellos, los entreguistas, los mediocres y los cobardes, de noche tramaban la intriga y la infamia del día siguiente, yo una humilde mujer, no pensaba en nada ni en nadie sino en los dolores que tenía que mitigar y consolar, en nombre de vos, mi general, porque sé el cariño entrañable que sentís por los descamisados y porque yo llevo en el corazón una deuda de gratitud con los descamisados que el 17 de octubre de 1945, “Compañeros, compañeros… compañeros, compañeros Yo no renuncio a mi puesto de lucha, renuncio a los honores”.